El trastorno depresivo (también conocido como depresión) es un trastorno mental común. Implica pérdida de placer o interés en actividades durante largos periodos.
La depresión es diferente a los cambios de humor y a las emociones cotidianas. Puede afectar todos los aspectos de la vida, incluyendo las relaciones con la familia, los amigos y la comunidad.
Además, quienes han sufrido abusos, pérdidas graves u otros eventos estresantes son más propensos a desarrollarla. Las mujeres son más propensas a padecerla que los hombres.
Se estima que el 4% de la población sufre depresión, incluyendo el 5,7% de los adultos (4,6% entre hombres y 6,9% entre mujeres) y el 5,9% de los adultos de 70 años o más. Aproximadamente 332 millones de personas en el mundo padecen depresión.
Este trastorno es aproximadamente 1,5 veces más común entre las mujeres que entre los hombres.
A nivel mundial, más del 10% de las mujeres embarazadas y las mujeres que acaban de dar a luz sufren depresión. En 2021, se estima que 727.000 personas perdieron la vida por suicidio. El suicidio es la tercera causa principal de muerte en jóvenes de 15 a 29 años.
En los países de altos ingresos, sólo alrededor de un tercio de las personas con depresión reciben tratamiento de salud mental.
Las barreras para una atención eficaz incluyen la falta de inversión en atención de salud mental, la falta de proveedores de atención médica capacitados y el estigma social asociado con los trastornos mentales.
Síntomas y patrones:
Durante un episodio depresivo, la persona experimenta un estado de ánimo de: tristeza, irritabilidad y vacío. Puede sentir pérdida de placer o interés en las actividades cotidianas.
Un episodio depresivo es diferente de las fluctuaciones regulares del estado de ánimo. Duran la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas.
También se presentan otros síntomas, que pueden incluir:
- Mala concentración
- Sentimientos de culpa excesiva o baja autoestima
- Desesperanza sobre el futuro
- Pensamientos sobre la muerte o el suicidio
- Sueño interrumpido
- Cambios en el apetito o el peso
- Sentirse muy cansado o con poca energía.
- La depresión puede causar dificultades en todos los aspectos de la vida, incluso en la comunidad, en el hogar, en el trabajo y en la escuela.
Un episodio depresivo puede clasificarse como leve, moderado o grave según la cantidad y la gravedad de los síntomas, así como el impacto en el funcionamiento del individuo.
De hecho, la depresión está estrechamente relacionada con la salud física y se ve afectada por ella. Muchos de los factores que influyen en la depresión (como la inactividad física o el consumo nocivo de alcohol) también son factores de riesgo conocidos para enfermedades como las cardiovasculares, el cáncer, la diabetes y las respiratorias. A su vez, las personas con estas enfermedades también pueden experimentar depresión debido a las dificultades asociadas con el manejo de su condición.
Existen tratamientos eficaces que combinan terapia psicológica y, en casos moderados o graves, medicación. La terapia es la primera opción e incluye técnicas como activación conductual, terapia cognitivo-conductual, psicoterapia interpersonal y resolución de problemas. Puede hacerse presencial, en línea o mediante recursos de autoayuda.
Los antidepresivos, como los ISRS, pueden utilizarse cuando el profesional lo considere, teniendo en cuenta efectos secundarios y preferencias del paciente. No se recomiendan en niños y deben usarse con precaución en adolescentes. El trastorno bipolar requiere tratamientos distintos.
El autocuidado es clave: mantener actividades agradables, ejercitarse, cuidarse en sueño y alimentación, limitar alcohol, evitar drogas, y hablar con alguien de confianza.
Si surgen pensamientos de hacerse daño, es necesario buscar ayuda inmediata con un profesional, servicios de emergencia o líneas de apoyo.



